Y así fue. El sábado todos cantamos y nos emocionamos como si fuese el primer día que entrábamos en el grupo, la primera formación, el primer festival, el primer fuego de campamento.
Canciones que hace tiempo que no escuchábamos y, sobre todo, gente que hacía mucho tiempo que no veíamos. Fue un momento para recordar mil anécdotas y vivirlas y sentirlas como si el tiempo no hubiese pasado.
La sensación de ver a fundadores del grupo compartiendo escenario con castores de hoy es única y esto es posible gracias a una pañoleta y un sentimiento con muchos colores que hace y ha hecho que el sábado todos nos sintiésemos felices y contentos de pertenecer a esta gran familia.
Un abrazo y que la música no pare...
“Únete a nosotros, vamos a cambiar el mundo que si n os movemos tardaremos un segundo pipiribiriri…”
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